miércoles, 25 de noviembre de 2015

A contraluz

A veces está bien estar en la oscuridad, porque desde ahí se puede ver mejor la luz y contemplar desde la lejanía, cómo bulle la vida.
Así te observo yo cada noche.
Agazapada en mi confortable oscuridad espío tus movimientos. Te veo entrar en la cocina y batir los huevos, dar de cenar a los niños o charlar con tu mujer. Por último contemplo como lo recoges todo, apagas la luz y desapareces.
Tu casa parece dormida durante un buen rato hasta que de forma apenas perceptible veo moverse las cortinas y estoy segura de que ya estás ahí, escondido, esperándome.
En ese momento enciendo la luz y represento la función de mi cena. La interpreto aún sin hambre, aún sin ganas, solo para que tú la contemples.
Y así una noche y otra y otra.

desasosegada

3 comentarios:

  1. Una relación en la distancia, que es solo una representación. Interesante.
    Saludos.

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  2. Misterios de la oscuridad...
    Gracias por leerme Alfred.

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  3. Misterio y curiosidad...mezcla explosiva. Me gusta¡¡¡¡¡

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