domingo, 19 de octubre de 2014

Después

A menudo se siente perdido. O mejor, claramente se pierde.

Puede pasarle durante un paseo, o en medio de un pensamiento, pero lo más embarazoso es cuando le sucede en plena conversación con alguien.

Sin avisar, en medio de una frase, sutilmente se instala el vacío. Se queda en blanco; de pronto no sabe lo que estaba diciendo, ni por que le miran atentamente primero y confusos después sus interlocutores. No es un recurso dialéctico para atrapar la atención de sus oyentes.

Definitivamente está perdido ¿de qué estaba hablando?

Lo mejor sería poner cara de circunstancias, disculparse y salir por piernas.

Cuando intenta poner en práctica su idea, las piernas no le responden. Está inmovilizado. Intenta entonces tocarse las piernas pero sus manos tampoco se mueven. Esto ya no es embarazoso, es el pánico lo que empieza a dominarle.

Y en ese momento recuerda: el intenso dolor en el lado izquierdo, la falta de aire, el golpe contra el suelo, l a oscuridad...

Palabras compartidas

El ladrón

Aquél ladrón era muy pobre. Tanto que cometía sus robos con un arma simulada. Utilizaba una funda y un mango sin hoja, a modo de cuchillo.

Pero tras recibir 3 palizas descomunales, de asaltados que descubrieron el engaño, decidió cambiar sus objetivos. La última paliza lo dejó a las puertas de la muerte.

Ahora sólo asalta ancianos y niños indefensos.

Sin embargo le dan mucha pena y a menudo se arrepiente.

Esta mañana han encontrado muerto al ladrón y no ha sido de una paliza. Ha muerto de hambre y de escrúpulos.



Palabras compartidas

Sentencia

En la cena, de golpe, confesé haberla engañado una vez. Por mi parte era asunto zanjado, añadí apresurado. Ella se quedó muda, observándome. Su tenedor, en suspenso, apuntaba hacia una croqueta partida. Entrecerró los ojos calibrándome, como si nunca hasta entonces me hubiera visto. Miré para abajo. Un último resto de tomate se aferraba al borde de la ensaladera, esperando —como yo— ser sentenciado. Entonces pronunció tres palabras demoledoras:

—Pásame la sal.

Condimentó el trozo de tomate y se lo llevó a la boca tranquilamente, como si nada. En ese instante me sentí más traicionado que ella.

La lengua salvada (Mikel Aboitiz)