El hombre toca el timbre. No sabe por qué.
Si esta mañana se dejó las llaves dentro. Se ha dado cuenta tras palparse
a conciencia los bolsillos.
Y toca, se dice de nuevo, sin saber por qué. El vive solo.
Pero alguien abre:
- ¿Qué quiere?
Es una chica joven y guapa. Rubia y minifaldera.
- Cómo que qué quiero. Es mi casa.
-Pues entre, no se quede ahí.
Y él entró.
Han pasado quince días y todavía no ha salido.
Tampoco quiere ir al cofrecito donde guarda las llaves.
Por si acaso.
Francisco Rodríguez Tejedor
Si esta mañana se dejó las llaves dentro. Se ha dado cuenta tras palparse
a conciencia los bolsillos.
Y toca, se dice de nuevo, sin saber por qué. El vive solo.
Pero alguien abre:
- ¿Qué quiere?
Es una chica joven y guapa. Rubia y minifaldera.
- Cómo que qué quiero. Es mi casa.
-Pues entre, no se quede ahí.
Y él entró.
Han pasado quince días y todavía no ha salido.
Tampoco quiere ir al cofrecito donde guarda las llaves.
Por si acaso.
Francisco Rodríguez Tejedor