jueves, 7 de noviembre de 2013

Sinfonía de las cuatro estaciones

Lo reconozco, le tengo envidia al verano. Quién tuviera su atractivo, su gracia, su caché. Cuando se va, la gente pasa varios meses recordándolo con nostalgia y luego se pasa otros tantos aguardando su regreso. En cuanto le ven asomar, las chicas empiezan a quitarse ropa. ¿Cuántos pueden decir otro tanto? Sí, bueno, la primavera no está mal, con sus flores y eso. Un poco cursi, pero agradable en el fondo. Claro que para cursi el otoño, con sus hojas por el suelo y sus paseos lánguidos. Menos mal que también tiene los higos, las setas, las castañas… Y del invierno mejor no hablar. ¡Qué antipático! Y todavía hay quien dice que no está mal. Sí, claro, encantador el invierno, con sus madrugones en enero, sus estornudos y toses, sus mocos, sus faringitis, sus rinitis, sus bronquitis, sus gripes, sus cuarenta de fiebre… encantador.

Y volviendo al verano, tampoco es oro todo lo que reluce. Le pasa como a las personas que van de encantadoras y se lo tienen m uy creído: que escarbas tras la fachada y te encuentras con las pegas. ¿O nos hemos olvidado ya de las picaduras de los mosquitos del año pasado, los incendios forestales, el calorazo de las noches de agosto, las quemaduras del sol, aquellas rozaduras de la sandalia, aquel juanete, aquel sablazo en el chiringuito, aquellas retenciones en la carretera de Valencia?

No sé a ustedes, pero a mí me da que este texto está quedando un poco raro. Bueno, va, con sus inconvenientes y todo el verano es la menos mala de las estaciones. Un momento… ¿Seguro?

Esto no mejora, pero da igual. Quiero aclarar que el verano, como la vida, no es perfecto, pero como la vida es un tiempo único y maravilloso en que podemos hacer que muchos sueños se cumplan. Por ejemplo el de divertirnos, convivir, querernos y cargar las pilas para afrontar las otras estaciones. Que, como la vida, tampoco son perfectas, pero tienen muchísimo que ofrecer si las abordamos con espíritu positivo.Y es que mucho despotricar, pero al final soy más tierno que King Kong haciendo ganchillo.



El Vivaldi

ORO Y DIAMANTES

María se miró al espejo y sonrió. Su mísera felicidad de pobreza absoluta contrastaba con la tristeza opulenta de su vecina.

–Te cubriré con oro y diamantes –escuchó un día.

Menos mal que no se lo dijeron a ella.

–Contigo, pan y cebolla –sí le dijeron.

Ella aceptó y no se arrepintió. A solas, su vecina lloraba.



Fernando da Casa de Cantos

miércoles, 6 de noviembre de 2013

UNA PEQUEÑA HISTORIA PORTEÑA

Un hombre y una mujer de mediana edad hablan sentados ante una mesa sobre la que se encuentra un ordenador. Se los ve al fondo de su negocio, entre lámparas y cachivaches, en el mercado de San Telmo de Buenos Aires.

- Pero, viejita, ¿vos creés que como va el negocio podemos dejarlo y largarnos a Cabo Polonio una semana de vacaciones?

- Che, vos dijiste que dejábamos el laburo en el banco para vivir mejor.

- ¿Los de Córdoba nacieron soñando o fue la migración lo que te dejó así...?

- No andes jodiendo, los rioplatenses sí que sueñan, pero solo con la boca, llegado el caso no tienen arrestos y os sale esa parsimonia tanguera que no los mueve del sitio.

- Andá, no peleemos, che…

- Tá bien ¿y?

- El próximo invierno.

- ¿Te había dicho que sos un amor?

- …



Alfonso Blanco

Cita con la muerte

De todas las citas, reuniones, fiestas, comisiones, ceremonias, etc… a las que que tengo previsto acudir, sólo hay una a la que tengo la certeza absoluta de que no faltaré.

No hay principio de incertidumbre alguno, no hay circunstancia que pueda adelantarla o posponerla. Llegaré puntual como un clavo y allí estará la muerte esperándome con los brazos abiertos.

Mientras tanto, ella, indolente, da cuerda a mi reloj y yo me esfuerzo en exprimir los minutos.

Ella piensa “todo se andará” y yo pienso “cada cosa a su tiempo”.

Le doy la espalda, inconsciente, sabiendo que hoy, otra vez, gano yo; pero que llegará el día en que se salga con la suya.



desasosegada

martes, 5 de noviembre de 2013

ESPERÁNDOTE

El mismo mar y, sin embargo, es tan inmenso el horizonte que aunque te sentía no alcanzaba a verte.

La gente pasea por la orilla de la playa. Cuerpos de todos los tamaños y con pieles de todos los colores se mueven y parecen no pensar. Yo estática frente al mar, pienso. Es lo único que hago, pensar y esperar a que la tierra gire de verdad y en un vuelco nos reúna para siempre.



Mercedes Marín del Valle

ENTRE LAS NUBES



Tus manos surgieron de entre las nubes y asieron las mías, temblorosas e inseguras. A mi corazón llegó la calma y sobrevolamos una vez más nuestro universo tan inmenso y acogedor, tan pintoresco y misterioso, tan elaborado, tan sencillo, tan silencioso y con tantos sonidos. Tan explosivo y tan mágico.

Quedémonos aquí para siempre.



Mercedes Marín del Valle