viernes, 26 de julio de 2013

El (Re)encuentro

..La espero junto al acantilado. Había comprado rosas frescas, para suavizar el encuentro. Contemplo en silencio como se acercaba. Su larga falda, y aquel inconfundible mantón le aligeraba el alma, sin saber por qué. - Como hemos envejecido ¿ eh, dulce niña? la susurro después de un instante. Ambos guardaron silencio, aún persistía aquel sentimiento embriagador que siempre le había envuelto. - Creí que habías muerto, todos estos años...La guerra, le dijo ella con un visible esfuerzo para no llorar. -Ahora estamos juntos, contesto el...Se miraron en silencio, buscando un ápice del pasado en su arrugadas caras. Por un momento, le pareció verla con su blanco vestido de satén, su pelo negro azabache y aquella sonrisa que iluminaba el jardín. Era un día esplendido, con un cielo azulado y aroma a jazmines. ¿ Me permites? Pregunto Nicolás mientras su mano se acercaba a la de ella ...Después, empezaron a caminar con la agilidad de dos adolescentes. Risas entrecortadas por intensas miradas, fueron acompañándolos hasta el pueblo. ¡Ha vuelto ! Nicolás ha vuelto se escuchaba en las aceras. -Ellos, ajenos a todo siguieron paseándose, parando el reloj del tiempo. Desde ese preciso instante, comenzaron sus entrecortadas vidas

Matrixtilla

En familia.

Una tenue luz bajo la puerta de la habitación confirmaba que ella estaba en casa. Nacho, abrió la puerta y encontró a María desnuda. Su larga melena casi rozaba el suelo, parecía dormir junto a una chica de nacarado rostro. El se acerco. En efecto estabas dormidas con los labios aún juntos. La habitación olía a incienso, los almohadones rodeaban sus cuerpos y dos copas resplandecían en el suelo junto a una botella vacía. María despertó, con una burlona indiferencia. - ¿Que quieres?- le pregunto encendiendo un cigarrillo. - Que vergüenza...-Murmuro el. Tus padres... - ¿Y qué?- Contesto María. Fueron ellos los que me obligaron a casarme contigo ¿Lo has olvidado ? - Sácala de aquí ahora mismo- mascullo el con el rostro crispado. - Vale, pero calla - Acepto María comenzándose a vestir. A la mañana siguiente, desayunaron en familia de la misma manera que lo hacían todos los domingos.

Matrixtilla

Marta

Subió la escalera de caracol con gran esfuerzo. Sus piernas ya no eran tan agiles como antaño...Pero a medida que se adentraba en ella, toda su anatomía iba cambiando. Se sentía más ágil. Su semblante parecía rejuvenecer instantáneamente, de tal manera al llegar al final se miro en el espejo del aparador. Ahora, era una preciosa joven de apenas veinte años, con un pelo rubio ensortijado que resaltaba aún mas sus alegres ojos negros. Miro al frente, y abrió una puerta hasta entonces inexistente: Arboles frutales, cerca de un riachuelo estaban frente a ella. ¡La vida la había dado la oportunidad de ser feliz de nuevo! Sin pensárselo dos veces salió corriendo. Un hombre delgado con bigote negro gritaba. - Marta, te he estado esperando durante tres largos años- Ya estoy aquí de nuevo le contesto ella- La escalera de caracol había desaparecido...Solo aquel triste e inapetente estado de animo la había hecho envejecer.

Anonimo

Nada, nada queda

A veces el ayer se impone irremediablemente. Eso fue lo que me ocurrió aquel día.
No pensé en tí, te lo juro; sólo en el pasado, en la juventud, en la felicidad perdida y casi sin pensarlo me encontré conduciendo hacia allá.
Apenas llegué ya supe que tu recuerdo lo inundaba todo; me sonreías desde todos los bares, me llamabas desde todas las ventanas y así, andando sonambula por las calles,  me encontre en la puerta de tu casa.
Nadie supo hablarme de tí; ni vecinos, ni tenderos; tu huella se habia borrado sin dejar rastro. Sobrevivimos mientras permanecemos en el recuerdo de alguien, después de eso: la nada. Volví al coche y dando un portazo partí sin mirar atrás sabiendo que aquella cuenta eternamente pendiente, la había zanjado el tiempo.
Sentí al alejarme que me iba volviendo humo.

desasosegada

martes, 23 de julio de 2013

QUÉ TARDE

No para llegar a ningún sitio, que no hay prisa. Qué tarde de calor, quería decir. Sobre los cristales está posado el sol como una araña, incluso ha tejido una tela que se extiende sobre mis ojos y me impide ver con nitidez. Estoy esperando que un coche rojo llegue hasta mi puerta. Pasa el tiempo y la impaciencia me devora. Ahí se escucha el ruido de un motor...ah no, no es él. Parece que es el de la dueña de la zapatería. Grande, ostentoso. Lo de los coches es como lo de los perros, dicen de ti qué piensas y cómo vives. No tengo perro y aunque tengo coche espero al rojo, al de color cereza porque me saca de este mundo de moscas y me muestra el mar, inmenso y transparente, colmado de posidonias y de peces alunarados. Ya llega. Voy a ponerme los tacones y a pintarme los labios del color de la risa que me sale del corazón.

Mercedes Marín del Valle

lunes, 22 de julio de 2013

Algo entre manos

"No se imagina cuánto la admiro, espero algún día poder llegar a escribir como usted" - le dice la mano izquierda a la derecha. http://migueldiazmiron.blogspot.mx

Miguel Díaz Mirón Keusch

domingo, 21 de julio de 2013

De tú a tú

Arqueó una ceja y bastó para que el hombre al otro lado de la ventanilla presentara los duplicados correspondientes, debidamente fotocopiados y compulsados. La fugaz sonrisa de satisfacción del funcionario, alivió al solicitante. Este comenzó a tamborilear nervioso con los dedos sobre el mostrador, hasta que el otro levantó la vista severo por encima de sus gafas, helándolos con su mirada, dejándolos ridículamente congelados en el aire. Un soplo bastaría para deshacerlos en pedazos sobre el formulario E342. Las miradas de ambos confluyeron en aquellos dedos estúpidamente inmóviles. Volvió el funcionario a examinar los papeles y algo le disgustó, porque cabeceaba. Entonces, el solicitante, descubrió aquella verruga inmisericorde, reinando en la barbilla del empleado público. Este la tapó mecánicamente con una mano, asumiendo ante las compulsas un gesto de duda ya más moderado. Un leve roce en su mentón y la verruga caería sobre los documentos debidamente f otocopiados y compulsados. El empate se deshizo con un sonoro tamponazo y el correr de la vez. Fin del trámite. www.lalenguasalvada.blogspot.com

La lengua salvada (Mikel Aboitiz)