viernes, 1 de febrero de 2013

Autorretrato escrito para uno mismo

Fui, seguramente, alguien radicalmente distinto a quien me hubiera gustado ser y absolutamente diferente a quien vosotros creísteis que era. Pero la vida es así y no nos queda otro remedio que trenzarla con los mimbres de los que disponemos, alejándonos paulatinamente de nuestros sueños y deseos.
Ahora que pretendo resumir, puedo decir que me sentí un par de veces como una heroína y algunas más como una miserable, pero el resto del tiempo, casi todo el tiempo, “fui” sin complicarme mucho más.
 Y no sabiendo ahora definir en lo que el tiempo me ha convertido, puedo hablaros de mi única certeza; vivir lo es todo, no hay tiempo que perder.
desasosegada

miércoles, 30 de enero de 2013

Treinta años y un día

Aquella tarde, cansado de especular con el futuro, abrió el diario y tuvo la valentía de escribir: "Estoy escapando de la amargura del presente soñando como un niño con un mañana luminoso. En cuanto asuma que esa luz nunca la podré sentir limpia, aunque exista, desaparecerá la frustración y me resignaré a este descanso forzado". Hubiera seguido escribiendo lo que poco a poco sería una confesión consigo mismo en toda regla. Y en algún momento se hubiera preguntado a qué razón se debía expresar arrepentimiento veintidós años después. Pero la megafonía anunció con su estridencia habitual que la luz se apagaría un minuto después para imponer la hora de dormir. Llegada la oscuridad, y con el diario en la mano y el cuerpo extendido sobre el catre, miró a través de la ventana y vio una luna muy parecida a la de aquella fatídica noche de cólera incontrolable. Sonaron a tiempo tres toses muy seguidas y cerró los ojos, agradecido por poder regresar de los recuerdos. A las siete en punto otra vez la imperativa megafonía. Pero mientras despertaba creyó que estrenaba otra vida.

Anónimo veneciano

Escena bucólica

La niña que saltaba a la comba no sabía que después de la centena se convertiría en saltamontes. Así ocurrió. Ahora, la madre, pintada de jazmín, la busca entre las yerbas, mientras el padre husmea, con sus bigotes gatunos, entre las macetas. Es lo que hay cuando la familia es silvestre.



lunes, 28 de enero de 2013

El sueño de la estenotipista

Al principio, sus continuos sueños eran anecdóticos, pero entonces llegó la confusión y las fronteras de lo onírico y lo real se difuminaron cada vez más. Todas las noches, antes de dormir, anotaba lo que había sucedido durante el día, incluso quién era ella y quién no. A la mañana siguiente, al despertar, leía sus notas, solo así podía distinguir la realidad. Pero un día, tras leer una y otra vez "solo eres una estenotipista que nunca ha bailado desnuda bajo la luna. Ayer no sucedió nada", decidió quemar su cuaderno.