viernes, 20 de diciembre de 2013

La séptima ola.

Como tantas veces había hecho de niño, cogió el cubito rojo, el rastrillo, la pala, se caló el gorro hasta las cejas y se acercó a la orilla buscando la arena húmeda, eligió el mejor sitio, se arrodilló y comenzó a cavar por aquí y por allá, rastrilló, alisó, levantó paredes, hizo fosos, puentes, escaleras y murallas, en a penas unas horas tenía un hermoso castillo.

Ensimismado se puso en pie para mirar desde otra perspectiva, se retiró unos metros, la marea subía a hurtadillas era el momento de contar las olas, en la séptima sabía que también esta vez lloraría.



Carmine

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