Estimado vecino:
Hace tres semanas, mientras me vestía tras tomar una ducha, usted tuvo a bien observarme desde su ventana, la que se encuentra en frente de la de mi cuarto, a la par que introducía su mano en los pantalones del pijama. Dado que ni yo cerré mis cortinas ni usted se retiró a una intimidad más propia de la actividad a la que se dedicaba en aquellos momentos, estuve esperando una semana por ver si recibiría de su parte algún tipo de compensación por el placer que supongo obtuvo en aquellas circunstancias, cosa que usted como yo sabe que no ocurrió.
Le escribo esta nota con el fin de que tenga una explicación de lo que puede observar desde hace algunos días en mi ventana. He instalado unos cristales que para usted son un espejo pero para mi son completamente transparentes. Ha sido caro, desde luego, pero su actitud lo merece; tengo entendido que los onanistas disfrutan contemplándose en el espejo mientras se dedican a sus trabajos manuales, a sí que no dude en aprovecharlo. Entre tanto, no se olvide que puede que yo lo esté contemplando, así que haga el favor de afinar sus actividades.
Aquí se despide su, a partir de ahora, "voyeuse" particular.
Alfonso Blanco
Hace tres semanas, mientras me vestía tras tomar una ducha, usted tuvo a bien observarme desde su ventana, la que se encuentra en frente de la de mi cuarto, a la par que introducía su mano en los pantalones del pijama. Dado que ni yo cerré mis cortinas ni usted se retiró a una intimidad más propia de la actividad a la que se dedicaba en aquellos momentos, estuve esperando una semana por ver si recibiría de su parte algún tipo de compensación por el placer que supongo obtuvo en aquellas circunstancias, cosa que usted como yo sabe que no ocurrió.
Le escribo esta nota con el fin de que tenga una explicación de lo que puede observar desde hace algunos días en mi ventana. He instalado unos cristales que para usted son un espejo pero para mi son completamente transparentes. Ha sido caro, desde luego, pero su actitud lo merece; tengo entendido que los onanistas disfrutan contemplándose en el espejo mientras se dedican a sus trabajos manuales, a sí que no dude en aprovecharlo. Entre tanto, no se olvide que puede que yo lo esté contemplando, así que haga el favor de afinar sus actividades.
Aquí se despide su, a partir de ahora, "voyeuse" particular.
Alfonso Blanco
Alfonso, es un interesante juego, y solventas bien lo de no atribuir género a ninguno de los dos personajes hasta el final. Si embargo sí que hay género en el título, y eso rompe la incertidumbre. O no sé, a lo mejor lo haces como parte del juego, quizás también puede confundir. O quizás no has pretendido confundir. Yo, modestamente, no habría dado esa pista en el título. Y al margen de esas cosas tu relato me ha gustado, esa travesura con el voyeurismo auto y hetero, y la introducción de un voyeurismo femenino que se supone infrecuente. Enhorabuena y un saludo de El Manco
ResponderEliminarMuchas gracias, Manco, por tu análisis tan detallado y tan generoso. Es verdad que he jugado un poco con la ambigüedad, pero no quería que fuera el centro del cuento y por eso lo he titulado así. Creo que hay en él más de lo que tú mismo dices: juego y travesura.
EliminarGraacias de nuevo y saludos.
Alfonso.
Muy acertada la forma epistolar para este relato, resulta fluido e interesante. Enhorabuena!
ResponderEliminarUn saludo.
Marga, me alegra mucho que te haya gustado la forma y que te haya sido interesante. A mi me resulta muy interesante ponerme en la piel de una mujer.
EliminarGracias y saludos.
Alfonso.