lunes, 2 de septiembre de 2013

Gregorio Samsa, supongo

Huelo a rosas, no sé de qué color porque está oscuro, casi negro, pero son rosas. También percibo el relente húmedo de la tierra agitada y la eclosión de nuevos moradores, alquimistas de la materia, que han empezado a cuchichear muy cerca de mis antenas, ¿O todavía son oídos?

No me asusto, no tiemblo, ni siquiera intento girar la cabeza para no escucharlos, porque ya descubrí, hace unas horas, o quizás sean días, que no puedo moverme. Tengo la certeza de que la sangre no me circula, que no dispongo de actividad cerebral, pese a estos destellos torpes de los sentidos que, obstinados, se aferran a sus últimos estímulos.

Me cuesta aceptar que aún sigo vivo, que la metamorfosis no ha concluido del todo y que, aún, quedan larvas carroñeras dispuestas a profanarme. Finalmente, al paso de sus invertebrados cuerpos, la mandíbula se me descuelga y, con su peso de materia invertida, dibuja una sonrisa erosionada al sentir que todo va desaparecer.

A m i espalda, el vértigo del río arrastra gusanos sorprendidos de que, aún mi alma, se aferre a un trozo de carne descompuesta con olor a polen.

http://montesinadas.blogspot.com.es/

Manuel Montesinos

0 comentarios:

Publicar un comentario